EL PRIMER PASO. O CÓMO APRENDÍ A DEJAR DE PREOCUPARME Y VIAJAR DE AVENTÓN

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EL PRIMER PASO. O CÓMO APRENDÍ A DEJAR DE PREOCUPARME Y VIAJAR DE AVENTÓN

Hitchhiking Australia

Viajar de aventón. Esta idea siempre me pareció fascinante. Lo intenté un par de veces cuando era un adolescente, pero solamente para desplazarme dentro de mi ciudad, e incluso en esas ocasiones me pareció que estaba inmerso en una gran aventura. Aun así, por alguna razón nunca lo hice “de verdad”, pese a todas aquellas veces en que fantaseaba al respecto.

Mi oportunidad por fin llegó cuando me fui de intercambio a Australia, allá por el 2016. Había decidido recorrer el país de aventón durante las primeras dos semanas de mi estancia y regresar a Melbourne para el inicio del semestre. Después resultó que tenía que hacer varios trámites y atender otros asuntos escolares, así que pospuse el viaje; entonces llegaron las vacaciones de Pascua, pero surgió otro pendiente; luego terminó el semestre, pero había más pendientes por atender. La verdad es que tenía mucho miedo de intentarlo.

Unas semanas antes de que mi estancia terminara, estaba recostado en mi cama y la idea de aquel viaje llegó de repente para atormentarme. Esta era mi gran oportunidad, el semestre había terminado hace ya varias semanas y había desperdiciado todo ese valioso tiempo. Los pensamientos negativos también comenzaron a merodear por mi mente: tal vez me quede parado como idiota junto a la carretera sin que alguien se detenga, tal vez me quede sin dinero, tal vez fracase. Me parece tonto ahora que lo escribo, pero el miedo es muy, pero muy real.

Estos pensamientos negativos habían impedido que iniciara mi aventura desde hacía meses y esta vez simplemente sabía que no podía dejar que lo hicieran de nuevo. Me puse de pie rápidamente y apagué mi cerebro o algo parecido, tomé una mochila y casi automáticamente empecé a guardar en ella mis cosas: playeras, ropa interior, calcetines (cinco de cada uno), y mis bermudas; también una computadora y una cámara que no debí llevar conmigo, y eso fue todo. Mi tan esperado viaje se haría realidad a la mañana siguiente.

Melbourne era muy grande como para conseguir aventón, así que debía salir de ahí. Tomé el primer tren a Geelong, una pequeña ciudad al suroeste, y desde ahí tomé un autobús a Apollo Bay, un pueblo sobre el Great Ocean Road (una ruta escénica que recorre parte de la costa del estado de Victoria), que era el lugar más alejado que había visitado en esa dirección. El recorrido duró cerca de cinco horas.

Great Ocean Road Hitchhiking Australia
Viajando el Great Ocean Road

La verdad es que no sólo fui directamente hasta Apollo Bay para evitar sitios que para entonces ya había visitado, sino porque sabía que habiendo llegado tan lejos me iba a sentir como un imbécil si me echaba para atrás. Ahora no había más que ir al límite del pueblo, pararme junto al camino y levantar el pulgar esperando que alguien se detuviera. Los nervios me estaban matando, era algo tan sencillo y aun así seguía sintiendo que no podía hacerlo, así que me tomé un momento para relajarme, me senté en la playa, caminé un poco y fui a la tienda para comprar algo de comida para el camino.

Debió ser alrededor de las 2 de la tarde cuando por fin decidí que no podía esperar más tiempo. El sol se ocultaría un poco después de las 5 y necesitaba llegar a algún lugar seguro antes de que eso ocurriera. Me armé de valor y comencé el recorrido. A los diez minutos la ansiedad ya me empezaba a abrumar, no había muchos coches y consideré seriamente conseguir hospedaje y regresar a Melbourne al día siguiente, pero en vez de eso, realicé un esfuerzo consciente por seguir el camino y hacer la señal a quienes pasaran por él.

Quince minutos, ¡ese fue el tiempo que esperé hasta que alguien se detuvo! ¡Y pensar que todos esos pensamientos y esos miedos vivieron conmigo por meses! Dos sujetos muy amigables pararon a la orilla del camino y me dejaron subir con ellos. No iban muy lejos de donde estábamos, pero en ese pequeño lapso se tomaron la molestia de ofrecerme una cerveza. Cuando tomé la botella de manos del copiloto, sentí que el camino me estaba hablando, que me hacía saber que estaba orgulloso de mí por dejar atrás mis dudas y salir a su encuentro; sentí que era su modo de darme la bienvenida.

Aquella tarde visité los Doce Apóstoles (unas famosas formaciones rocosas en el Great Ocean Road) y llegué hasta Port Campbell, a unos 100 km. de Apollo Bay, ello gracias a aquel primer aventón, a una muy amable familia paquistaní y a una pareja de paracaidistas. Dormí en un hostal con el ruido de las olas en la distancia y con la seguridad de que había dado el paso más difícil y, en adelante, todo marcharía bien.

Hitchhiking in Australia

En nueve días logré llegar hasta Alice Springs, ¡a 2,700 km. de Melbourne! Esto fue posible gracias a personas como Tony, un hombre de 70 años que me llamó todos los días después de que lo conocí para saber cómo estaba y aconsejarme; Leon, quien no sólo me hospedó en su casa sino que se tomó la molestia de llevarme 100 km. más adelante al día siguiente, o Michael, quien me dio un recorrido por la destilería en la que trabajaba e incluso me regaló una botella del brandy más puro que probaré jamás. Seguramente les contaré más sobre ellos en otra ocasión.

Siendo sinceros, no todo fue miel sobre hojuelas. Tuve un día muy duro en un camino casi abandonado, caminando bajo el sol intenso por tres horas; en un par de ocasiones debí esperar bajo la lluvia al menos dos horas, y pasé cinco días oliendo horrible y sin poder encontrar un sitio donde bañarme. Pero incluso estos recuerdos son dignos de atesorar y me provocan una genuina sensación de orgullo, sin mencionar eventos tan inesperados como terminar el día en una reunión de Alcohólicos Anónimos en algún lugar de Australia Meridional o todas las agradables conversaciones que tuve con extraños en los bares locales.

Dejar ir aquel miedo es una de las mejores cosas que jamás he hecho. No solamente fui recompensado con la mayor aventura que había tenido hasta ese momento, sino que esto abrió la puerta hacia muchas otras experiencias increíbles que he disfrutado desde entonces; sin mencionar que me permitió encontrarme con algunas de las personas más agradables que haya conocido.

Ahora que les he contado algo de mi historia, me gustaría compartir algunas cosas que he aprendido de este y otros recorridos similares. Antes que nada, cada país es distinto y yo solamente ha viajado de este modo en Australia y Nueva Zelanda; no los invitaría a desistir de hacerlo en otros lugares, pero sí recomendaría que antes buscaran algunos consejos de quienes viven ahí. Una vez aclarado esto, aquí una pequeña lista de sugerencias:

1) Es casi imposible conseguir aventón en una ciudad, así que siempre comienza ya sea en las periferias o en pueblos pequeños que estén alrededor.
2) Intenta salir de áreas habitadas, pero no te alejes demasiado de ellas. Siempre es bueno estar cerca de lugares donde puedas buscar ayuda si la necesitas.
3) Asegúrate de encontrar un lugar para pasar la noche antes de que oscurezca. Si ya estás en algún pueblo o ciudad y no estás seguro de poder llegar al siguiente antes del anochecer, es mejor esperar ahí y continuar al día siguiente.
4) Mantén a tus amigos o familiares al tanto de tu ubicación y el lugar al que te diriges. Puede que no tengas señal en todo momento, así que es bueno hacer esto al iniciar y al terminar el día.
5) Siempre carga con agua, efectivo y un poco de comida.
6) No lleves contigo objetos innecesarios (como una computadora o una cámara enorme), no querrás cargar mucho peso si tienes que hacer una caminata larga.
7) No todo mundo confía en un hombre que viaja solo, así que si este es tu caso, ten en cuenta que a veces tus esperas podrían ser largas. Para una mujer que viaja sola puede ser más sencillo moverse rápido, pero desafortunadamente esta opción no suele ser la más segura en todas partes. En ambos casos, un compañero de viaje es una gran ayuda. En mi experiencia y la de algunas personas que conozco, las parejas hombre-mujer y mujer-mujer tienen más probabilidades de conseguir un aventón.

Espero que esta información te resulte útil y, si lo has estado pensando, que te decidas a iniciar el viaje por el que tanto has esperado. ¡Definitivamente no te arrepentirás!

Hitchhiking in Australia

Antonio. No viajo para conocer lugares,
sino para conocer personas.

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